Los bebés van al teatro. Los escolares acuden a un concierto de pop-rock. Y alumnos de primaria siguen con atención el movimiento de batuta del director mientras suena Tchaikovsky. No es el argumento de una de esas series protagonizadas por niños que viven como adultos; es la agenda cultural y de ocio de Málaga. Grupos de teatro y danza, orquestas y cantantes rebajan la edad de su público. Porque, aunque no sepan todavía hablar bien ni hayan estudiado aún la obra de Goya, también los niños disfrutan con el arte. Incluso -dicen- más y mejor que algunos mayores.
Hace tiempo que para ellos hay cuentacuentos, talleres y puestas en escena infantiles, pero ahora se exploran campos inéditos para el menor... y sus padres. ¿Quién dice que el rock no es cosa de niños?, ¿quién cree que la lírica aburre a los pequeños?, ¿por qué con un año no se puede ocupar un asiento en un patio de butacas?, ¿y por qué a un chico de siete años no le puede gustar una pintura abstracta?
«No hay que subestimarles», coinciden quienes trabajan con y para los niños. «La gente piensa que los bebés tienen poca capacidad de entendimiento narrativo y falta de concentración; pero nosotros hemos visto en ellos una sensibilidad extrema que añoramos en el público general», asegura Clarice Cardell, de La Casa Incierta, compañía especializada en artes escénicas de 0 años en adelante.
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